uno: manicomio

no sé en qué día vivo ni a qué hora está sucediendo esta mierda.

me llamo Jace, y soy claustrofóbico. lo mejor de todo es que, a algún puto demente se le ha ocurrido la genialísima idea de meterme en una especie de laberinto en el que no llego a ninguna parte. las paredes son blanquísimas con una tenue luz que no sé de dónde procede exactamente ya que no hay ninguna ventana. vamos, que no podría escapar por ellas ni saber si es de noche o es de día. 

lo único que sé es que llevo bastante tiempo aquí. las piernas me molestan un pelín. además, llevo un pijama gris de rayas verticales algo más claras y voy descalzo y despeinado. joder, parezco un loco en un manicomio. tampoco he sentido ninguna señal de vida en ningún momento del que llevo aquí metido, simplemente un silencio que a veces llega a ser hasta ensordecedor. menos mal que no estoy mudo y puedo cantar una canción de los Beatles de vez en cuando. 

el caso, estoy caminando por monótonos pasillos iguales hasta que veo... ¿qué cojones es eso? ¡una puerta! ¿tan pronto he encontrado la salida? esto me huele raro. me acerco y la miro detenidamente: es gris en su completa totalidad -bastante parecido al color de mi pijama, mi vista se acabará cansando de esta sucia escala de grises-. parece una puerta ancha y tiene un pequeño pomo redondo del mismo color que la puerta. la toco y siento un pequeño escalofrío, lo que hace que aparte la mano. ¿ahora me voy a rajar y no voy a abrir esta estúpida puerta? ¡ni hablar!

la abro y me encuentro con algo que no es la salida, ¡no me lo esperaba para nada! -nótese la ironía-. estoy ante una sala circular donde hay incontables puertas exactas a la que recién he abierto, sólo que en la ya mencionada hay un pequeño orificio que parece el de una bala -lo que me resulta extraño es que no se pueda percibir dicho orificio desde fuera-. pero lo que más me sorprende de la habitación, es que hay una persona. es una chica. creo. está ahorcada. y tiroteada. y llena de lo que parece ser su propia sangre en medio de la estancia. 

en algunas partes de su ropaje no ha llegado a verterse la sangre, por lo que sé que lleva el mismo pijama raro que yo. tiene el cabello largo y negro como el azabache, y una piel muy muy blanca -aunque más de la mitad de su cuerpo está en un rojo intenso, con grandes agujeros producidos por las balas y algunos trozos de carne desprendidos de su organismo-. la cuerda de la que pende del techo también está algo rota y ensangrentada. y, hay un gran charco de su humor en el suelo, en el que caen gotas desde sus pies. 

me siento extraño. no es asco o repelús, para nada, pero siento un pinchazo en la sien exageradamente grande. pero lo ignoro. esta imagen me produce una especie de insensibilidad congénita al dolor. me acerco a la mujer y toco su pie, está muy frío y su sangre es fresca, eso significa que lleva aquí poquísimo tiempo. ¿significará también que acabaré como esta chica? no quiero que tiroteen mi culo ni que me deformen el cuello con una soga cochambrosa y vieja, gracias. me limpio la sangre de la chica en la camisa del pijama y miro hacia las puertas. todas iguales. elijo una al azar y paso por ahí como si fuera mi casa.  

pero en vez de encontrarme con un bonito prado verde y un buen cuenco con alas y muslitos de pollo frito más grandes que mi cabeza veo pasillos. estrechos. blancos. como antes. no. puede. ser. intento abrir la puerta de antes, cerrada. ¿quién coño ha cerrado la puerta? no creo que la chica muerta se haya bajado de la cuerda y le haya echado el pestillo. este sitio es de locos.

me ciño a seguir el laberinto en el que estoy metido. no pienso con claridad, así que sólo me limito a ir hacia la parte derecha de todos los recorridos, sin despegarme de la pared. al cabo de un largo tiempo y de un punzante dolor en los tendones de Aquiles llego a una puerta gris, como las de antes. entro desesperadamente para asegurarme de que es la salida de esta mierda y resulta que no lo es. estoy en la misma puta sala de antes. 

cada vez me duele más la cabeza, las paredes me parecen un poco más pequeñas que antes y la chica tiene más tiros -me he dado cuenta porque antes tenía los ojos, ahora hay un hueco ensangrentado en el derecho-, y por lo tanto más sangre en la habitación. intento abrir la puerta por donde he venido. cerrada. qué cosa más rara joder. miro a la chica muerta, me parece atractiva -aunque no tenga ojo y esté muerta-. miro otra puerta y decido pasar por ella, pero me la dejo ligeramente abierta. doy tres pasos y miro hacia atrás y veo la puerta cerrada. ni siquiera la he escuchado y eso me preocupa, ¿estoy sordo?

¿hola? pregunto hacia nada ni nadie en especial. 

me escucho a mí mismo, también escucho el eco de mi pregunta. no, no estoy sordo. sigo la misma trayectoria de antes para llegar finalmente al mismo sitio de antes. me siento pesado y triste, no como suelo ser, un chico optimista y algo alegre. esto saca lo peor de mí. ¿quién soy? ¿dónde cojones estoy? 

entro en la sala de antes. la chica tiene aún más tiros y el silencio es tan demencial que se me taponan los oídos. genial. voy a pasar por otra puerta. esto es desesperante, la cabeza me va a reventar y no sé cómo sal... espera. ¡la sangre! ¡claro! seré imbécil. me dirijo hacia el charquito de linfa de mi compañera y poso mi mano sobre él. me mancho mucho. corro hacia la puerta y le pinto el número 1, y entro -más bien salgo-. sigo el recorrido y llego de nuevo. sigue ahí mi número, creo que tengo la maldita solución. me vuelvo a mojar la mano con la sangre de la niña y pinto en otra puerta un 2. salgo. [...]

cuando entro para ver la última puerta sin un número inyectado en sangre doy un pequeño grito de euforia, creo que me estoy volviendo majara. le choco la palma a la chica, que se mueve un montón al impactar con mi mano en la suya. voy corriendo hacia dicha puerta y salgo. pero me encuentro con la misma sala de antes. o sea, ¿qué? ¿dónde están los números de las puertas? por qué parece que están nuevas? ¿por qué mierdas hay un montón de símbolos pintados en las paredes con sangre que no entiendo? pero lo que más escalofríos me da es la chavala. ahora tiene la boca abierta y una expresión de terror en la cara que es espeluznante. me envuelvo en mí mismo con mis brazos, desesperado, me arrimo a la pared para buscar una esquina y me doy cuenta de que la sala es redonda. las paredes se me cierran y escucho risas, infernales risas en mis oídos que me hacen estremecerme. miro a la chica. me pongo en pie y me abalanzo sobre ella. rompo la cuerda. la tiro al suelo. le doy patadas y le rompo los dientes. vuelvo a pasar por una puerta y salgo a correr en cualquier dirección gritando como un jodido maniático. quiero salir de aquí, me estoy matando por dentro, me están matando por dentro. 

vuelvo a parar a la misma habitación y la chica sigue en el suelo, con sus respectivos dientes decorando el suelo. me tiro encima suya y le asesto puñetazos mientras grito con todas mis fuerzas. las lágrimas me saltan del terror y me hago daño al empeorar el estado de la difunta con mis respectivos sollozos que dicen: "sacadme de aquí, ¡sacadme de aquí!"


sé que he tenido un brote psicótico. los cinco minutos más largos de mi vida.

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